TS | Testimonio: Todo comenzó en Galilea
Corría el mes de enero cuando tomé la decisión de inscribirme en la peregrinación a Tierra Santa, sin ni siquiera saber si podría ir o no: el mes de agosto es temporada alta en la tienda donde trabajo, ¿accederá mi jefe a concederme vacaciones en ese período?; en julio tengo exámenes de oposición, ¿qué pasa si apruebo? ¿Y si suspendo? Decidí arriesgar y confiar en la voluntad de Dios, y Dios me hizo el mejor regalo en el mejor momento.
No podía sospechar por aquel entonces que el viaje a Tierra Santa iba a cambiar mi vida. Aunque todavía acabo de regresar, siento que soy una persona diferente a la que partió, y que una parte de mí se ha quedado allí.
Debo decir que Tierra Santa no me impresionó desde el punto de vista artístico y arquitectónico -aunque hay cosas muy hermosas-, pero me tocó el alma y dejó honda huella en mi interior.
Sin temor a equivocarme, puedo decir que ha sido la mejor semana de mi vida: tan cerca de Jesús, aprendiendo, creciendo en la fe y rodeada de gente maravillosa. En todos ellos he encontrado una segunda familia, un espacio donde me he sentido acogida y querida siendo yo misma, sin miedos ni temores.
Llegué a Tierra Santa después de un inicio de año repleto de altibajos, y muchas dudas en mi mente y en mi corazón. La experiencia de recorrer los mismos lugares que Jesús recorrió en su día y de seguir sus huellas ha despejado mi mente y liberado mi corazón.
Es, sin lugar a dudas, el mejor regalo de cumpleaños que nadie podía hacerme -tuve el privilegio de celebrar mi 33 aniversario en Tierra Santa, concretamente, en el río Jordán (¿casualidad o “causalidad”?)-.
En definitiva, sólo me queda dar GRACIAS a DIOS por tan maravillosa semana. Quisiera agradecer también a todas aquellas personas que han hecho posible que mi sueño se haya hecho realidad. Paz y bien, hermanos.