Si Dios te llama a la Vida Consagrada estás llamado a vivir centrado en Jesús, quien vivió un amor de exclusividad al Padre y de profunda universalidad a los hombres y mujeres de todos los tiempos, y a ser feliz no sólo por tu realización personal, sino porque la encuentras precisamente en darte a todos por igual. Es ir contracorriente en este mundo que te invita a vivir centrado en ti mismo.

Estás llamado a vivir en comunidad de hermanos, a construir la fraternidad y el bien común, en donde el centro sea Jesús y lo suyo. Es ir contracorriente en este mundo que te invita a ir a la tuya.

Estás llamado a asumir una misión con el carisma de una congregación o instituto, ese carisma que pone el “sello” particular y que sostiene toda obra reconociendo su origen en Dios y como respuesta concreta ante una necesidad en el tiempo.